Se puede elevar hasta más de 20 metros y a una velocidad de 70 kilómetros por hora. Aunque se use en la liturgia su origen está en el intento de combatir el mal olor que desprendía la enorme cantidad de peregrinos que visitaban la catedral y mitigaban el olor con el incienso.
Yo tuve la suerte de verlo en funcionamiento en el año 1982 cuando era pequeño.
Les adjunto un vídeo para que vean como se eleva por encima de las cabezas de los fieles y la verdad que da un poco de respeto...
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