En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed venga a mí y beba.
El que cree en mí como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.
Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en El, pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado.
Juan 7, 37-39